A la gente no le gusta lo que no entiende o desconoce. Le da miedo y lo rechaza.
Las personas con autismo ven y perciben el mundo de manera diferente, pero no dejan de ser personas que sienten y desean integrarse en nuestra sociedad.
Vamos a crear conciencia sobre el autismo y trabajemos juntos para que la sociedad se relacione sin prejuicios con este colectivo.
Confieso que fue muy dura y agotadora experiencia, pero finalmente lo ha logrado:
Una semana antes de viajar, le explico a diario que volaremos en avión y le doy detalles de lo que sucederá.
Viajar en avión con mi peque ha sido todo un reto: Llegado el momento de embarcar, comenzaba a llorar y gritar que no quería entrar al avión. En una ocasión tuve que llevarlo en brazos hasta el asiento. Desde ese instante hasta llegar al destino solía mantenerse llorando y gritando desconsolado. Llegó a tener arcadas y a sentirse asfixiado. En todo momento mantuve la calma (a pesar de las miradas de reproche de algunos pasajeros), para ayudarlo a superar el pánico que le tenía al avión. A pesar de que en ocasiones pasamos solo un fin de semana de viaje, él solía decirme que quería regresar a su casa. No disfrutó los parques, museos o paseos que dimos. Siempre salía de sus labios la frase: quiero irme a casa caminando, no quiero el avión. El día del viaje, comienza a sentirse ansioso y me pide regresar a casa. Trato de calmarlo, juego con él y hasta caminamos a lo largo del aeropuerto para distraerlo.
Ahora mi peque mantiene la calma en el avión a pesar de su miedo. Ya me indica los momentos donde siente miedo (durante el despegue, aterrizaje o turbulencias), lo abrazo y se calma.
Disfruta mirar por la ventanilla del avión (algo antes impensable) y se coloca los cascos cuando no tolera algún ruido.
